Lex Barker, Tarzán en claroscuro
Dueño de una carrera cinematográfica curiosa donde las haya, Lex Barker (nacido Alexander Crichlow Barker Jr. en Nueva York en 1919) se vio desheredado por su rica familia cuando decidió dejar sus estudios en Princeton para dedicarse a la interpretación. Con su cuerpo escultural y su rostro de viril atractivo, Barker estuvo predispuesto a saltar a la fama desde su adolescencia, marcado sin remisión por un físico de características excepcionales y un apetito sexual que habría de llevarle, en ocasiones, por oscuros caminos alejados de las luces brillantes de Hollywood y del glamour de Beverly Hills. Famoso tanto por sus papeles en el cine como por sus sonados matrimonios (el más jugoso de ellos, con la mismísima Lana Turner), Barker era conocido entre el sector femenino del mundillo de la Meca del Cine como Sex Barker, previsible juego de palabras establecido entre su nombre y su legendaria capacidad amatoria. Sin embargo, parece ser que como marido -aspecto en el que han coincidido todas las que pasaron junto a él por la vicaría- era terriblemente celoso, llegando al extremo de intentar detener la incipiente carrera cinematográfica de su tercera y última esposa, la catalana Carmen Cervera, entonces conocida por haber alcanzado el título de Miss España en 1961.Mientras se entretenía en estas espectaculares y publicitadas relaciones con vedettes de galaxias tan dispares, Barker tuvo tiempo de hacerse con una nutrida filmografía en la que se alternan luces y sombras con igual intensidad, y pese a no disponer de una gran soltura dramática muchas de sus películas llegaron a ser más que aceptables éxitos de taquilla. Su impresionante físico y los papeles que, generalmente, se le asignaron -prácticamente cortados todos ellos con el patrón del más ortodoxo cine de aventuras- consiguieron mantenerle en el negocio del espectáculo durante más de un cuarto de siglo después de su debut en 1946 en un film musical protagonizado por Carmen Miranda, "Doll Face". Después, estaría tres años dando tumbos por thrillers y comedietas intrascendentes hasta que, en 1949, llegó su gran oportunidad al ofrecérsele el personaje de Tarzán de los Monos -recién abandonado por un ya fondón Johnny Weismuller- en la saga fílmica más longeva de la historia del cine. Así, el Tarzán de Lex Barker fue rubio y de ojos claros como la miel, notable mutación que el público pareció aceptar con agrado junto con una evidente reducción en los centímetros de tela del mítico taparrabos lucido por el hombre-mono. Por todo lo demás, las limitaciones -llamémoslo así- interpretativas del actor no resultaron un problema a la hora de dar vida a un personaje tradicionalmente parco en gestualidad y con tendencia a la expresión oral monosilábica.
Las cinco películas protagonizadas por Lex Barker como Tarzán pasaron, después de sus respectivos estrenos, a ser pasto de los llamados cines de repertorio, en los que se proyectaban en programa doble cintas de aventuras low budget que en pocos años comenzarían a adquirir categoría de joyas camp, compartiendo los sábados por la tarde y la matinée del domingo con viejas películas de Laurel y Hardy o con los peplum importados de Europa. "Tarzan's Magic Fountain" (1949), "Tarzan and the Slave Girl" (1950), "Tarzan's Peril" (1951), "Tarzan's Savage Fury" (1952) y "Tarzan and the She-Devil" (1953) son, hoy en día, referentes ineludibles de la mal llamada serie B que representan y distinguen toda una filosofía dentro del negocio de hacer cine al margen de los todopoderosos grandes estudios de Hollywood. Así, y enredado en sus propias lianas, la carrera de Barker giró inevitable y definitivamente al género de aventuras, siendo requerido por la dinámica industria italiana del cine de entretenimiento para engrosar las filas de sus estrellas internacionales. En Europa, Lex Barker protagonizó adaptaciones de populares novelas de Emilio Salgari ("El misterio de la jungla negra" y "El corsario rojo") y cintas policíacas ("Misión en Marruecos"), actividad que alternaba con retornos puntuales a los Estados Unidos para rodar algunos westerns y una rocambolesca producción con Stalin y la Guerra Fría como telón de fondo, "The Girl in the Kremlin", junto a Zsa Zsa Gabor.
Casado y separado ya dos veces (la última, de la actriz Arlene Dahl, más tarde esposa de Fernando Lamas), su matrimonio con la gran estrella de la Metro-Goldwyn-Mayer Lana Turner tuvo lugar en 1953, convirtiéndose -como ocurrió con todas las relaciones de la genuina sweater girl- en motivo de toda clase de especulaciones en torno a su fecha de caducidad en los mentideros de Hollywood. Para Lana, este sería ya su cuarto desposorio, del segundo de los cuales con Stephen Crane tenía a su hija, Cheryl, entonces una adolescente de 13 años. El episodio más sórdido y oscuro de la vida de Barker tuvo lugar cuando Lana escuchó las súplicas desesperadas de su hija, quien le rogaba que apartara de su lado a su padrastro el cual venía prodigándole excesivas y secretas muestras de afecto. Una horrorizada Turner no dudó ni un momento en echar immediatamente de su casa a su marido, empezando un proceso de divorcio que se llevó con la mayor discrección y en cuyos documentos oficiales no se hace mención alguna del desagradable asunto. La historia tuvo que esperar para ser desvelada a la publicación del libro autobiográfico de Cheryl Crane, "Detour: A Hollywood Tragedy-My Life with Lana Turner, my Mother", en 1988. Poco después del divorcio de Lana y Lex, tendría lugar la muerte del gangster Johnny Stompanato, entonces el amante de Lana, a manos de Cheryl Crane. Tras un proceso que, en esta ocasión, sí levantó una immensa polvareda mediática, los jueces decidieron que Crane había actuado en defensa de su madre, y dictaminaron homicidio justificado tras escuchar la relación de las vejaciones y servidumbres a las que el mafioso latin lover sometía a la actriz.
Después de los terribles acontecimientos acaecidos en la mansión de su ex-esposa Lana Turner, Barker decidió que lo mejor que podía hacer era desaparecer de Hollywood por una temporada. Regresó a su ya familiar Europa, donde actuó en recreaciones de historias medievales ("Il cavalieri dai cento volti") y en una alucinante versión de la leyenda del arquero de Sherwood en "Robin Hood y los piratas". Para entonces, su fama en el viejo continente era casi más grande que en los Estados Unidos, con películas rodadas en diferentes países aprovechando su dominio de los idiomas francés, español, italiano y alemán. Su pátina de estrella internacional y su aureola de galán -ya algo trasnochado- decidieron a Federico Fellini a ofrecerle un papel en "La Dolce Vita" (1960), donde interpretó al actor amante de la estrella de cine encarnada por una Anita Eckberg más exuberante que nunca. Caprichoso, alcohólico y pretencioso, el personaje permitió a Lex Barker lucirse con una excelente radiografía de comportamientos que conocía muy bien de sus años en Hollywood, y que supo implementar a su interpretación aportando un agrio y fellinesco regusto a decadencia.
En 1962 enviudó de su cuarta esposa, con quien se había casado en 1957 después de su separación de Lana Turner, y marchó a Alemania donde fue requerido para protagonizar dos películas inspiradas en el personaje del Doctor Mabuse que había hecho famoso el realizador Fritz Lang treinta años atrás. Más tarde, Barker tomó parte en trece films basados en novelas del autor alemán Karl May, consiguiendo una excepcional popularidad, especialmente con los westerns de la serie "Winnetou". El éxito fue tal que le decidió a instalarse definitivamente en Alemania, aunque realizando puntuales viajes a su país natal para trabajar en episodios de diferentes series de televisión. Galardonado dos veces con el prestigioso premio Bambi de cine y televisión, su carrera alemana resultó increíblemente fructífera, aunque despojada de trabajos de auténtica trascendencia, entre los cuales figura una incursión en el género terrorífico junto a Christopher Lee, "The Blood Demon" (también conocida como "Blood of the Virgins"), tangencial adaptación de una historia de Edgar Allan Poe. Fue en 1965 cuando conoció a la que sería su quinta y última esposa, Carmen Cervera, Miss Cataluña, Miss España y aspirante a actriz a la que conoció en un viaje en avión a Zurich. Carmen, a la que ya entonces se conocía como Tita, estaba deseosa de comenzar su carrera como actriz cinematográfica, cosa que su celoso marido no estaba dispuesto a consentir dejando emerger el lado más represivo y castrante de su personalidad, convirtiéndose en un inflexible Otelo. Barker puso mil impedimentos a los objetivos de su mujer, complicada y enervante situación marital que desembocó en su separación a principios de los años setenta. En 1972, y encontrándose en su Nueva York nativo, Lex Barker cayó fulminado en plena calle por un ataque al corazón. Carmen Cervera, pese a que ya había iniciado el proceso de divorcio, se convirtió en su viuda heredando la mayor parte de sus bienes, el resto de los cuales se repartió entre los tres hijos del actor, nacidos dos de ellos de su primer matrimonio con Constanze Thurlow y el tercero, del cuarto con Irene Labhart.
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