Darryl Gwynne es biólogo de la Universidad de Toronto y un experto internacional en ecología del comportamiento, especialmente en el campo de la evolución del comportamiento reproductivo.
Y a partir de hoy, también es premio Ig Nobel de Biología junto con su colega australiano David Rentz, según el fallo del certamen que ha elegido su estudio “Beetles on the Bottle: Male Buprestids Mistake Stubbies for Females (Coleoptera),” como merecedor de uno de los galardones.
Como acostumbran, los Ig Nobels premian el humor como forma de estimular el interés por la ciencia, la medicina y la tecnología.
Los profesores Gwynne y Rentz han llevando a cabo su trabajo de campo en el oeste de Australia desde hace nada menos que 23 años, cuando se dieron cuenta de algo inusual a lo largo de las carreteras que transitaban.
Mientras caminaban por una de estas carreteras, observando la dispersión habitual de latas de cerveza y botellas en los arcenes, vieron cerca de seis botellas de cerveza con varios escarabajos joya (Julodimorpha bakewelli) en la parte superior o intentando subirse a ellas.
Tras mirar más en detalle descubrieron que los escarabajos estaban tratando de aparearse con las botellas.
Según los investigadores, estas botellas (stubbies como se les conoce en Australia) se asemejan a una “super-hembra” escarabajo: grande y marrón anaranjado en su color, con una superficie ligeramente con hoyuelos en la parte inferior (diseñado para evitar que la botella se deslice fuera de su alcance ) y que refleja la luz de la misma forma que las cubiertas de las alas de las hembras.
Las botellas, en suma, resultan irresistible para los machos escarabajo, haciendo caso omiso de sus verdaderas parejas. Tal es así que los machos se afanan en montar a las botellas, negándose a soltarlas. Incluso se meten dentro y no quieren salir, friéndose a la postre hasta la muerte bajo el sol y siendo devorados por las hormigas hambrientas.
Gwynne y Rentz determinaron que los machos se sentían atraídos sólo por las botellas de cerveza; ni por las latas ni por las botellas verdes de vino o de un color ligeramente diferente del marrón. Y no fue el contenido lo que captaba su atención, pues había botellas de varias marcas y nacionalidades.
En esta especie, que una hembra sea grande, marrón y brillante significa que su genética es buena y que está lista para el apareamiento. Por eso los machos se vuelven locos buscando hembras así.
Hombres, cerveza y sexo a un lado, la investigación también esconde mensajes más serios. En primer lugar, demuestra que cuando los humanos interfieren (quizá sin darse cuenta) en un proceso evolutivo, puede haber consecuencias no deseadas.
En este caso, los machos ignoran a los escarabajos hembra, abandonándolas por la botella, lo que puede tener un impacto enorme en el mundo natural. De hecho, según afirman los profesores, en los años 80 la especie estuvo a punto de desaparecer por la afición de los australianos de tirar botellas de cerveza por la ventanilla.
“El hecho de arrojar botellas al campo no sólo presenta un engorro físico y visual para el medio ambiente, sino que también puede causar una gran interferencia con el sistema de apareamiento de las especies de escarabajos”, afirma el documento con los resultados, el mismo documento que ambos investigadores remitieron a uno de los principales fabricantes de cerveza de Australia occidental.
Volviendo a los premios, ¿Cómo han recibido los agraciados este selecto reconocimiento? Como no podía ser de otra forma, con mucho humor.
“Me siento honrado, por el premio”, afirmó Darryl Gwynne tras recoger el galardón en la Universidad de Harvard, mientras dibujaba una enorme sonrisa en su rostro. “Estos premios son para que la gente piense, aunque den poco de risa. En realidad, hemos estado durante más de 20 años esperando esta llamada. ¿Por qué han tardado tanto tiempo?”.
Darryl Gwynne recogiendo su Ig Nobel.